Romy Schneider la emperatriz del cine: entrevista
Me reúno con Rose Mary Magdalena Albach-Retty, conocida por todos como Romy Schneider, en el apartamento que su amiga Coco Chanel tiene en la Rue Cambon de Paris.
Una madura Romy está sentada en el gran sofá situado frente a la biblioteca de Madeimoselle Chanel, lleva una blusa blanca y una falda de tweed, está descalza leyendo un guión, sus pies reposan sobre el sofá y sus zapatos bicolor descansan sobre la tupida moqueta beige.
Es bella, el paso del tiempo y todo el sufrimiento vivido, no han sido capaces de borrar el brillo de su luz interior.
Al verme entrar en la estancia se incorpora, saluda con su eterna sonrisa y un apretón de manos. Me siento en una de las butacas de capitoné y ella retoma su posición en el sofá, se muestra contenta y natural mientras me pregunta si prefiero té o café, acompañado de unos Macarons de Ladurée; comenzamos a charlar.
¿Romy porqué la elección de este lugar para la entrevista?
Recién llegada de Austria Gabrielle me acogió, tenía 20 años, intentaba huir de mi vida anterior y de Sissi Emperatriz. Buscaba hacer otro tipo de personajes y aquí en París tuve la oportunidad de empezar una nueva vida, disfrutar de la libertad y del amor.
Chanel ha sido una gran amiga, su casa es mi casa, ella me ayudó a crear el estilo y la imagen de la persona que yo quería ser. Además me considero una embajadora de la marca, por lo que no había mejor lugar que este para repasar contigo mi vida.
En un principio hablamos de realizar la entrevista en el Café Sacher de Viena ¿Porqué rechazó esta opción?
Porque me siento más cómoda con mi vida en Francia. Este café trae a mi mente recuerdos agridulces de mi pasado. Aquí venía de jovencita con mi madre a merendar la deliciosa tarta Sacher, eran buenos tiempos, aunque realmente vivía en una cárcel de cristal. Tanto mi madre, mi padre, como mi país, querían que hiciera y fuera la persona que no soy, por lo que no es un lugar propicio para estar y explayar mi verdadera esencia.
La elección del lugar se resume en que soy fiel a mí misma, por eso escojo París y mi libertad, aquí soy yo verdaderamente; soy yo, siendo infiel a la imagen que los otros tenían de mí en Viena.
“En París soy la mujer más feliz del mundo, no existe una ciudad como esta para vivir la vida”
Provienes de una gran saga de artistas ¿Cómo fue lo de convertirte en actriz?
Mi abuela Rosa Albach-Retty, era actriz en la corte del emperador Francisco José I de Austria y su esposa Isabel de Austria, personaje que luego yo interpretaría.
Mis padres Magda Schneider y Wolf Albach-Retty eran también actores, por lo que dedicarme al mundo de la actuación era lo natural para mí. Soñaba con ser una estrella como mis padres y aunque ellos no me obligaron a ello, tampoco me persuadieron.
A los 15 años inicié mi carrera en el cine en la película Lilas Blancas en la que también actuaba mi madre, luego vendrían otros títulos conocidos como Los jóvenes años de una reina, La panadera y el Emperador y Sissi Emperatriz.
Sissi Emperatriz es el papel que te dio fama mundial ¿Qué sientes hacia este personaje?
Rodé Sissi Emperatriz a los 16 años, era prácticamente una niña. El rodaje fue duro, tenía que actuar con esos pesados trajes y ornamentados peinados… y la promoción que me obligaron a hacer no lo fue menos…
Sissi se convirtió en un cuento de hadas a nivel mundial. Estoy agradecida por el reconocimiento que me dio como actriz, se me abrieron muchas puertas gracias a este personaje, pero a mí empezó a costarme interpretar a Sissi.
En mi país se me consideraba una niña prodigio, era como la Marisol de Austria. La gente vio en mí el rostro de la unión de la vieja y la nueva Europa, tenía mucha presión sobre mis hombros y se tenían muchas expectativas sobre cómo yo debía de ser y cómo me debía de comportar.
La sombra del papel de Sissi me ha perseguido durante toda mi vida. –dice mientras apoya la cabeza en el respaldo del sofá y pone los ojos en blanco al mirar hacia la lámpara de araña del techo del apartamento de Gabrielle Chanel, para luego fijar la vista en su taza y confesar tristemente- Sissi se me pega como la papilla.
«Hace mucho que no soy Sissi. En realidad, no lo he sido jamás. Soy una mujer desgraciada de 42 años y me llamo Romy Schneider».
También se habló durante mucho tiempo de la relación con tu madre ¿Cómo fue vuestro trato tanto en lo laboral como en lo personal?
En todas las películas de mis inicios trabajé con mi madre. Al principio, sólo recibía ayuda por su parte para afrontar mis papeles, luego cuando más famosa me iba haciendo yo, más aumentaba el control por su parte, llegando a asfixiarme y logrando tener una relación con ella cada vez más autoritaria e interesada. Digamos que ella quería controlar mi carrera y beneficiarse tanto laboral como económicamente de ello, aunque por otro lado a menudo pienso, que tal vez simplemente trataba de protegerme a su modo.
La relación con mi madre fue complicada, yo la adoraba, pero ella solía ponerse del lado de los poderosos, buscaba el éxito y estuvo relacionada con Hitler. Una relación que me atormentaría durante años, de hecho siempre he denunciado públicamente los horrores del holocausto nazi, no estuvo bien lo que pasó y que mi madre estuviera vinculada de una manera u otra, resultó traumático para mí.
Por ello, mis hijos tienen nombres judíos, Sarah y David, en homenaje a las víctimas de este horror.
Por otro lado, la mayoría de mis papeles eran románticos, tras la trilogía de Sissi Emperatriz, todo el mundo, incluida mi madre, querían que rodase una cuarta película, pero me negué en rotundo, ya no podía más.
Terminé escapando a Francia con 19 años, a rodar Amoríos una película con Alain Delon, optando así por hacer un cine más maduro y tratando de buscar personajes alejados de la emperatriz austríaca.
¿Ese momento fue el inicio de tu nueva vida?
Podemos decir que así fue, ya era adulta, me rebelé contra lo establecido, contra lo que se esperaba de mí, contra mi familia. Rompí todos los lazos y me fui a vivir una nueva vida junto a Alain Delon. Estábamos muy enamorados. Se podrá decir que busqué mi propio destino.
Al hablar de ti dicen que eres una mujer valiente, vulnerable y adelantada a tu tiempo ¿Crees que estas palabras son ciertas?
En cierto modo diría que sí, he sido una actriz que ha roto con la imagen que se tenía de ella, para lograr construir su propia carrera. En un momento en el que no se hablaba de la liberación de la mujer, yo inicié mi propia liberación con mi toma de decisiones, he sido una mujer moderna.
Siempre he luchado, lo fácil nunca me ha divertido, para mí ha sido más importante la opinión que yo tenía de mí misma que la de los demás. No he tenido miedo a mostrar mi cuerpo ni mi alma en el cine, tampoco al paso del tiempo, aunque el público no terminase de aceptar que su niña prodigio se hiciera mayor.
Tu relación con Alain Delon forjó una de las grandes historias de amor del cine ¿Cómo lo recuerdas?
El primer amor nunca se olvida, además éramos jóvenes guapos, talentosos y vivíamos en la ciudad del amor ¡Qué más se podía pedir!
Nuestro amor fue fuerte y apasionado, pero también convulso y triste. Estuvimos 5 años juntos, crecimos juntos, teníamos muchísima complicidad, yo era su “muñequita”, luego él me dejó y con el tiempo ese amor se convirtió en una profunda amistad. De hecho 10 años después de conocernos volvimos a coincidir en el film La Piscina.
“No hay nada más frío que un amor que se ha ido”
Romy tu belleza siempre ha sido muy elogiada ¿Qué papel ha tenido ésta en tu vida?
Yo no me considero bella, si acaso fotogénica, -me dedica una pícara sonrisa mientras se levanta y se apoya en la chimenea para calentarse un poco- la belleza no sirve de nada sin talento. Me gustaría que la gente me viera realmente por mi trabajo, no por mi belleza.
De todos modos, diré que hay muchas actrices más bellas que yo, pero capaces de conmover no hay tantas. -me guiña un ojo convencida de que ella cumple ambos requisitos y validando lo que la hace especial-.
“Mírame, no soy tu cliché, ni tu proyección”
También se ha alabado tu entrega y pasión, todos los que han trabajado contigo destacan tu gran talento ¿Qué opinas al respecto?
Bueno algo habrá si he rodado más de 50 películas, -estalla en carcajadas que finalizan en una amplia sonrisa- la verdad es que costó deshacerme de mi imagen naif de niña prodigio, pero lo logré y pasé a ser una mujer madura y sensual capaz de interpretar todo tipo de papeles.
Sobre todo gracias a Lucchino Visconti a quien se lo debo todo. Gracias a sus películas, en concreto a Boccaccio70 y a Lo importante es amar, que se convirtió en todo un fenómeno para los intelectuales europeos y que me ayudó a conseguir mi primer Premio César a mejor actriz, premio que volvería a ganar por Una vida de mujer logrando así demostrar mis cualidades interpretativas.
Si de algo estoy orgullosa es de haber podido trabajar con los mejores cineastas europeos: Visconti, Sautet, Clouzot, Tavernier o Zulawski. Seré bonita, pero algo de talento hay detrás…
El cine es un vicio para mi, una pasión tan grande que jamás podría hacer otra cosa, por ello agradezco mucho que compañeros de profesión hablen así de mi, ellos saben que en los rodajes lo doy absolutamente todo y que mi implicación es total. Por lo que el talento sin pasión, constancia y trabajo no sirve de nada.
-Coge un cigarrillo y se lo hecha a la boca mientras se atusa el pelo e inspira una profunda calada-
«El talento es una cuestión de amor»
También llegaste a trabajar en Hollywood ¿Cómo fue tu experiencia?
Sí, rodé varias películas allí como Los Vencedores, El Cardenal, Préstame a tu marido con el divertidísimo Jack Lemmon o El juicio de Orson Welles, pero no me gustó el star system. No quería vivir en Hollywood, yo estaba más interesada en vivir en París, donde me siento la persona más feliz del mundo, para mí no existe una ciudad mejor para vivir, por ello quise volver a casa.
“Los recuerdos son las mejores cosas de la vida, creo”
Y hablando de París, eres austriaca pero lograste ser uno de los mayores referentes del estilo de vestir francés ¿Cómo te sientes al ser todo un icono del estilo parisino?
Me considero francesa en la manera en la que vivo, amo, duermo y visto. Así pues, mi amor por Francia se refleja en mi manera de vestir.
Mi amiga Gabrielle Chanel me enseñó todo sobre moda, yo vestía acorde a su estilo, en invierno usaba perlas, trajes tweed, canotier, llevaba siempre su bolso 2.55 y minivestidos negros; para el verano vestía túnicas, bikinis, pañuelos en la cabeza, pantalones con camisas y vestidos de lino, mi imagen se asemejaba a la de una burguesa bohemia, mi estilo en los años 60 encarnaba perfectamente el glamur de la Jet Set de la época.
Creo que mi forma de vestir era impecable y por eso gustaba; por un lado era clásica y al mismo tiempo algo más relajada y juvenil, mi personalidad de librepensadora emergía bajo la correcta fachada y eso gustaba.
“Gabrielle Chanel fue una de las personas más influyente de mi vida, junto con Lucciano Visconti que me lanzó al estrellato y Alain Delon, mi gran amor”
Se te considera una de las mayores bellezas de la historia, pero también la más triste. ¿Qué me puedes decir al respecto?
Puede ser que sea una mujer triste, digamos que lo tuve todo y la vida no me lo perdonó.
En mis inicios era una joven alegre y vivaz, una mujer llena de vida y talento, poco a poco la vida y la tragedia van haciendo meya en tu carácter. – Tuerce un poco la boca, como si todavía le costase digerir sus dramas, inspira y sigue adelante con su narración-.
Tras el abandono de Alain conocí a Harry Meyen, también actor, era un hombre brillante pero sufría depresión debido a las torturas sufridas por la Gestapo en la 2º Guerra Mundial. Estuvimos juntos 9 años y tuvimos un hijo, David. Tras el divorcio conocí a Daniel Biasini 11 años más joven que yo con quien tuve a mi hija Sara.
Harry se suicidó y me afectó muchísimo, caí en una depresión y empecé a tomar tranquilizantes y a beber para soportar el dolor. En ese momento Daniel, mi segundo marido, me pidió el divorcio tras 6 años casados. A lo que se sumó la muerte de mi hijo de 14 años debido a un trágico accidente al saltar una valla.
Fue muy duro, había enterrado al padre y al hijo, me había separado por segunda vez y sentía un gran dolor que sólo mi profesión podía aliviar, trabajar me ayudaba a no perder la cabeza. Creo que nunca me recuperé de ese dolor, tal vez fuera ese el momento en el que renuncié a vivir.
“Soy todo en la pantalla, pero no soy nada en la vida”
¿Fue el principio del fin?
Sí, el 29 de mayo de 1982 a los 43 años, 10 meses después de la muerte de mi hijo, mi exhausto corazón dijo basta y dejó de sufrir. -Coge la estrella de David que lleva colgada al cuello y la aprieta, su mirada se pierde a través de la ventana-.
“La sombra no existe lo que tu llamas sombra es la luz que no ves”
Romy, ¿Cómo definirías tu paso por este mundo?
Yo definiría mi paso por este mundo como breve pero intenso.
Diría que fui una persona apasionada, yo le pedí al cine arte y realidad y a cambio le ofrecí lo mejor de mí misma.
La misma pasión la puse en mi vida, como madre, amiga y esposa, traté de ser una mujer libre y siempre rechacé el comportamiento de estrella.
Fui una mujer fiel a sí misma, una mujer apasionada, vivaz, dulce, adelantada a su tiempo, en definitiva una mujer que tocó el Olimpo en lo profesional y bajó a los infiernos en lo personal. Una buena persona, que lo hizo lo mejor que pudo.
Aunque creo que para todos siempre seré Sissi; ahora me doy cuenta de que nuestras vidas no distan tanto entre sí, siempre han estado vinculadas.
Continuamos conversando un poco más con Romy, mientras me guía en un tour por las distintas estancias del apartamento de Madeimoselle Chanel. La actriz austríaca es elegante en sus movimientos, su gran arma es su sonrisa, que te enamora al tiempo que enmascara su tristeza, ella se muestra jovial, relajada y contenta consigo misma, su luz interior irradia buena energía por toda la casa, finalmente me acompaña a la puerta para despedirme.
Le digo adiós a la actriz europea más famosa de su generación, a nuestra reina, a nuestra Isabel de Baviera, a la belleza más serena y conmovedora del mundo, la pequeña Romy, la estrella que todavía a día de hoy su brilla con gran fulgor.
Al bajar las escaleras del apartamento de la Rue Cambon pienso que, sin duda Romy es una mujer irrepetible con un alma muy bella.
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