El Museo de Yves Saint Laurent en Marrakech.
A la tierna edad de 12 años, sentía que me costaba encajar, tal vez fuera por timidez, tal vez por mi extrema sensibilidad escondida tras una gruesa armadura o tal vez por mis gustos o pasiones; quizá fuera mi curiosidad lo que hacía a los demás sentir rechazo hacia mí. Así que me cansé de tratar de encajar en algo que no se ajustaba a mis medidas y me aislé, para que esas niñas no volvieran a hacerme daño nunca más.
En mi habitación creé mi propio mundo, un lugar seguro donde nadie me podía lastimar. Aún recuerdo el día en el que con mi asignación fui al kiosco y compré mi primer ejemplar de una revista de moda. Ese fue el mejor regalo que pude hacerme.
Durante ese tiempo fui feliz gracias a Vogue. Recuerdo estar tumbada en la alfombra de mi habitación devorando la revista con los ojos llenos de asombro. Vogue y sus editoriales de moda me abrieron la puerta a un fascinante nuevo mundo.
Fue entonces cuando, descubrí a Yves Saint Laurent y me enamoré perdidamente de su genialidad. Era un diseñador diferente, su ropa era elegante y sofisticada, pero al mismo tiempo llena de color y vida.
Recuerdo que me impresionó mucho un reportaje de moda realizado en la casa de Marrakech de Yves Saint Laurent. Aquellas bellas fotografías estuvieron muchos años en mi mente haciéndome amar ese exótico lugar y el sueño de mujer que ofrecía el talentoso diseñador.
Desde aquel momento, esa niña que se refugiaba en las páginas del Vogue para sobrevivir a la cruda realidad, no dejó de fantasear con aquella insólita ciudad y con los fascinantes diseños creados por el genio de Yves Saint Laurent.
Un sueño hecho realidad
Esa niña creció, aunque no sin dificultades. A ella siempre le gustó viajar, la moda, el arte y las cosas bonitas. Desde niña aquel mundo que veía en el Vogue, fue su refugio, su zona de confort, lo que la hacía sentir bien.
El paso del tiempo no evitó que continuara siendo una entusiasta del modisto Saint Laurent, le encantaban sus creaciones tan elegantes, tan coloridas… Amaba sus diseños de líneas rectas, con los que sacó la moda a la calle dotando a las mujeres de libertad, consiguiendo equipararlas a los hombres.
Aún de mayor, esa chiquilla, en su foro interno, ansiaba ser como esas mujeres que representaban el universo Saint Laurent.
Y de repente un día, a aquella niña ya convertida en mujer, alguien especial le regalaría unos billetes a Marrakech; con los que sin saberlo iba a hacerla la persona más feliz del mundo.
Yves Saint Laurent y su amor por Marrakech
No pude dejar de llorar cuando vi los billetes a Marrakech, ese destino hizo brotar en mí sentimientos muy profundos que no recordaba tener almacenados.
Por fin iría a ese exótico país, conocería el desierto, las mezquitas, el Jardín Secreto, la Plaza de Jamaa el Fna que tantas veces había visto retratadas en las páginas de Vogue.
Pero lo que más ilusión me hacía, era conocer las casas del modisto, el Jardín de Majorelle y su recién estrenado Museo de Yves Saint Laurent. Cuando se lo dije a mi acompañante se extrañó « ¿Por qué está el Museo de Yves Saint Laurent en Marrakech?» me preguntó y le conté la historia de amor del diseñador con la ciudad, de los años que pasó viviendo allí y de cómo África le había inspirado para crear y cambiar el rumbo de la moda.
Museo Yves Saint Laurent Marrakech
Llegó el día, primero visité el Jardín Majorelle, lugar donde esta enterrado Yves Saint Laurent, situado en la calle que lleva su nombre. Éste no podía ser más bonito, no es de extrañar que el diseñador se sintiera inspirado en ese estimulante lugar.
A la salida del jardín, unos pocos metros más adelante en la misma calle estaba el Museo Yves Saint Laurent Marrakech.
Me quedé inmóvil delante de la entrada. Me volví a sentir como esa niña, asustada y a la vez ilusionada por lo que veían sus ojos. No me lo podía creer, delante de mí tenía una obra perfecta de ladrillo rojo, mezcla de arquitectura, moda y diseño creado por los arquitectos del Studio KO.
El edificio era humilde pero a la vez orgulloso, se podía apreciar tanto en los materiales, las técnicas, cómo en la artesanía utilizada específica de Marrakech. Una oda del amor del modisto por la ciudad roja.
Una vez dentro el vestíbulo nos iba guiando por un angosto corredor que desembocaba en un magnífico patio de entrada, dónde presidían las siglas Yves Saint Laurent.
En el interior del museo mis ojos no daban abasto. Me decidí a ver primero la exposición principal, 400 metros cuadrados que alojaban el fantástico trabajo del diseñador, una sala totalmente negra que otorgaba gran teatralidad a su obra. Aquellas 50 piezas que veía eran las que había admirado tantas veces en las revistas. Maravillosos vestidos de fiesta de los años 60, 70 y 80, con drapeados, bordados, volantes y terciopelos, delicadas blazers de cortes pulcros y cómo no sus famosos smokings. Obras de arte merecedoras de ser contempladas.
La sala temporal mostraba los diseños elaborados por Saint Laurent durante sus años de reinado en la moda. Ahí jugué a reconocer sus bocetos con los diseños que había visto sobre las pasarelas, en el ballet, en piezas teatrales como Cyrano de Bergerac o en películas como Belle de Jour.
En el auditorio se proyectaba una retrospectiva de la obra del diseñador. Donde aparecían sus musas, desfiles y todas las aportaciones que Saint Laurent hizo a la moda. Aportaciones como el smoking, los blazers, las saharianas, los chaquetones, las gabardinas, los monos, las túnicas, los pantalones harem… y cómo también introdujo el color en los armarios femeninos. Él no sólo trababa de embellecer a las mujeres sino que les daba confianza y las animaba a aceptarse a sí mismas. Recuerdo desde siempre, que eso era lo que más me llamaba la atención del diseñador, que él amaba a las mujeres y las quería libres, poderosas, seductoras y auténticas independientemente de su raza o nacionalidad.
Fue emocionante recordar su gran talento artístico, y cómo mezclaba el arte en sus diseños, en sus homenajes a Mondrian, Van Gogh o Picasso. Así como en sus colecciones temáticas inspirándose en países como China, Japón, España, Marruecos, India, Rusia… en las que no caía en la reproducción histórica o étnica, sino que creaba prendas sofisticadas con las que hacía una toda declaración de principios.
En shock por todo lo que estaba viviendo decidimos hacer un descanso en la cafetería del museo; tomar un poco el sol y picar algo en su terraza me sirvió para recomponerme y continuar la visita llena de energía. De ahí a la librería, un auténtico paraíso del universo Yves Saint Laurent, donde no pude resistirme a comprar algunos libros.
Para finalizar la visita pudimos conocer la biblioteca, que albergaba más de 5000 libros para la investigación, que incluían volúmenes sobre historia, geografía, literatura, poesía, botánica y moda; fue increíble estar rodeada de esos ejemplares tan exclusivos.
Merece la pena visitar el Museo Yves Saint Laurent Marrakech
La visita me dejó tan extasiada que necesité varias horas para volver en mí. Fue increíble verme allí, en ese museo tan bello, rodeada de tanta genialidad y creatividad. Fue emocionante sentirme acunada de nuevo como cuando era niña y soñaba en mi refugio con aquellos lugares exóticos, aquellas mujeres poderosas y con el genio que revolucionó la moda.
Yves Saint Laurent fue un mago de la moda que supo equilibrar la riqueza y extravagancia con el realismo de su tiempo. Ver en directo el dominio que el modisto tuvo del concepto, los tejidos, el color, la silueta, los largos y la artesanía fue asombroso.
Indudablemente merece la pena ir a visitar el museo si te interesa Marruecos, si te gusta la historia de la moda, el diseño y la arquitectura. Si no te interesa abstente, ya que puede ser que yo, esta vez, no sea objetiva.
Cómo visitar el Museo Yves Saint Laurent en Marrakech
La entrada sencilla puede ser comprada por cualquier persona en taquilla o en la página oficial del museo.
Existen diferentes tarifas, ya sea para grupos, presentando el carnet de estudiantes, empresas públicas, guías oficiales y agencias de viajes que tienen un precio especial indicado en el momento de hacer la reserva.
Para menores de 10 años la entrada al museo es gratuita y estos deberán siempre ir acompañados por un adulto. También lo es para personas con discapacidad.
Los grupos deberán solicitar la entrada por escrito rellenado un formulario al menos un mes antes de su visita. La prensa deberá solicitar también su entrada por escrito 72h antes de su visita al museo (fines de semana no incluidos).
Museo Yves Saint Laurent Marrakech horario
El museo está abierto todos los días, de 10.00 a 18.00 horas excepto los miércoles. La última entrada es a las 17.30 horas. Para disfrutar del museo sin aglomeraciones te recomiendo ir a primera hora de la mañana o a mediodía, son los momentos de más calma en el museo.
Museo Yves Saint Laurent Marrakech entradas y precio
Hay varios tipos de entradas que puedes comprar. Puedes comprar la entrada al Museo de Yves Saint Laurent Marrakech por un precio de 140 dírhams por adulto y 75 dírhams los niños, que al cambio serían unos 13€ y 7€ aproximadamente. Ó puedes comprar la entrada combinada del museo junto con el Jardín Majorelle y el Museo de Arte Bereber por un precio de 330dírhams por adulto y 180dírhams por niño, el equivalente a unos 30€ y 16€ respectivamente.
Nosotros optamos por la opción de entrada combinada, así tuvimos un día completo de inmersión en el mundo Saint Laurent. Entramos a las 08:30h al Jardín Majorelle, por lo que al inicio pudimos disfrutar de él casi en total soledad. Muy recomendable si te gusta hacer fotos y pasear tranquilamente. Una vez recorrido el jardín y el Museo Bereber, a mediodía vimos el Museo de Moda Yves Saint Laurent Marrakech aprovechando que el resto de visitantes hacían un alto en su camino para comer.
Puedes comprar las entradas al Museo Yves Saint Laurent Marrakech aquí, esta página también te da la opción de comprar las entradas para el Jardín Majorelle y el Museo de Artes Bereber.
Visitar tanto el Jardín Majorelle como el Museo Yves Saint Laurent Marrakech fue un sueño hecho realidad. Un día emocionante en el que pude formar parte del universo mágico que admiraba de niña. Una jornada repleta de emoción, donde mis sentimientos estuvieron continuamente a flor de piel y donde no pude más que maravillarme con la genialidad de Yves Saint Laurent.
Gracias esa persona especial que me acompañó y compartió mi emoción y felicidad por estar en ese momento allí.