Visitar Auschwitz-Birkenau: ¿Merece la pena la visita a Auschwitz? Pros y contras de la excursión.
Cuando me enteré de que viajaba a Polonia, inmediatamente supe que sería un destino altamente emotivo, por todo lo que se había vivido allí con los judíos.
En nuestro viaje visitábamos las dos ciudades más importantes del país, Cracovia y Varsovia y desde el primer momento se barajó la posibilidad de visitar Auschwitz, debido a la cercanía con Cracovia y a la recomendación de la visita en la mayoría de guías y blogs de viaje.
Desde entonces mi principal preocupación del viaje se centró en esa visita. ¿Quería realmente realizar esa visita? ¿Sería yo siendo PAS capaz de aguantar el tour por ese lugar? ¿Me sentiría cómoda visitándolo o más bien sería como estar en un parque de atracciones? ¿Era necesaria la excursión? ¿Cómo me afectaría conocer el lugar?… estas y un millón de dudas más me asaltaron desde el primer momento…
Y es que, por mucho que queramos, viajar no siempre es placentero ni cómodo, no siempre es perfecto ni bello. Viajar a menudo es encontrarnos de frente con lo que duele, con lo que no hemos sanado, con aquello que todavía pesa. A menudo viajar es darnos cuenta de que el viaje es hacia dentro.
Visita a Auschwitz
Son las 5 de la mañana de un lunes 17 de marzo, me estoy vistiendo para ir a visitar el Museo Estatal Auschwitz-Birkenau, aquí en Polonia ya es de día, una tenue luz nos saluda abriéndose paso a través de las cortinas de nuestro Airbnb.
Tras pensarlo mucho he decido ir con el resto del grupo, pero internamente temo cómo me sentiré durante la visita.
Bajamos súper abrigados a la calle, está nevando, unos colosales copos nos acompañan mientras esperamos el Bold que nos llevará al punto de encuentro en la Plaza de Jan Matejko, una bonita plaza situada muy cerca de la Barbacana y la Puerta de Florián en Cracovia.
Hemos reservado la visita a Auschwitz en español con Civitatis con antelación, ya que los grupos no son muy numerosos y se llenan rápidamente. La excursión comprende el viaje de ida y vuelta desde Cracovia en bus y la entrada al Museo Auschwitz-Birkenau, en total un tour de seis horas de duración.
Tratamos de resguardarnos de la nieve, al tiempo que los grupos van repartiéndose entre los diferentes autobuses. Mientras, charlamos con un señor americano que ha venido a conocer sus orígenes polacos.
Una vez en nuestro autobús salimos hacia Auschwitz-Birkenau, son las 6:00h de la mañana. Intento dormir pero no puedo, lo reconozco tengo temor por lo que pueda ver y sentir. Trato de concentrarme en la respiración para tranquilizarme mientras Jesús el guía, un madrileño casado con una polaca, nos va comentando cómo se realizará la visita.

Está claro que este tour, no es una visita turística cualquiera. Aquí hay un férreo protocolo a seguir, un control de seguridad que hay que pasar y un respeto al lugar y a su historia que hay que mantener en todo momento.
Llegamos a Oswiecim, la ciudad polaca rebautizada por los alemanes como Auschwitz, donde se alzó el campo de exterminio nazi más grande y letal de la historia. Pienso que debe ser muy triste ser de esta ciudad, una ciudad marcada por el peso de la historia, por la tragedia que allí se vivió y el estigma que les perseguirá de por vida.
Ubicado en la Polonia ocupada por los alemanes, Auschwitz fue el mayor de los complejos de campos de concentración construidos por los nazis. Constaba de tres campos principales y casi cincuenta subcampos: Auschwitz I, un campo de concentración con capacidad para 16.000 prisioneros. Auschwitz II-Birkenau, la parte más grande del sistema de campos de Auschwitz, con capacidad para 90.000 prisioneros, que incluía tanto un campo de concentración como un centro de exterminio y Auschwitz III-Monowitz, que contaba con una fábrica de caucho sintético de I.G. Farbenindustrie, donde los deportados trabajaban como esclavos. Así mientras el Reich hacía su limpieza étnica, las grandes compañías alemanas se beneficiaban de la mano de obra barata.
El autobús nos deja en un parking cerca de la entrada del Campo de Concentración de Auschwitz hoy reconvertido en museo y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Vamos andando hasta la puerta para pasar el control de seguridad. Es primera hora de la mañana y somos los primeros en pasar. Una vez efectuados los diferentes controles nos dirigimos a la entrada.


El reconocido cartel de forja con la inscripción «Arbeit Macht Frei” (el trabajo os hará libres) a la entrada del campo nos recibe con un halo siniestro. No ha dejado de nevar, el día está gris y hay unos cuantos grados bajo cero; mientras andamos vamos viendo los distintos barracones, edificios de ladrillo rojo que formaban parte de un antiguo cuartel del ejército polaco en el sur de Polonia que fue reutilizado por los nazis.
Jesús nuestro guía nos va contando todos los pormenores del lugar y el origen de cómo se gestó todo. La invasión y ocupación de los alemanes a la ciudad polaca en 1939 y la dura represión a la que fueron sometidos los judíos.
Entramos en uno de los edificios que forman parte del Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau en honor a las víctimas del Holocausto. Unas enormes fotografías en blanco y negro nos muestran como fueron aquellos días, imágenes de la llegada de los judíos al campo de exterminio, imágenes de las filas de selección, mujeres y niños camino a la cámara de gas, fotos de identificación de prisioneros… transitamos las estancias en un sepulcral silencio.
Recorremos pasillos, habitaciones, vemos letrinas, literas y somos conscientes de las duras condiciones de vida que se daban en ese lugar.
Aunque el museo es muy grande tratamos de no coincidir con otros grupos, mientras vamos de un edificio a otro observamos las vallas que envuelven el recinto, las torres de control… las casas de los mandos alemanes que estaban situadas justo al otro lado de la alambrada, exactamente igual que en la película La zona de Interés que te hace preguntarte -¿Cómo podían vivir allí y qué grado de deshumanización lograron alcanzar?- Entramos en otro de los edificios que forman parte del museo, sala a sala vamos observando la gran exposición de objetos que se encontraron el 27 de enero de 1945 cuando los soldados soviéticos llegaron a aquel campo. Esta colección es un testimonio de la magnitud del genocidio y la deshumanización de las víctimas.




Estancia a estancia vamos encontrando objetos personales expuestos, millones de zapatos, maletas, gafas de vista, utensilios de cocina, latas del insecticida Zyklon B… recorremos las distintas salas con un nudo en la garganta y muchos pensamientos entristecedores rondándonos por la cabeza. De repente al entrar a una de las salas de la exposición mi sangre se hiela, veo como algunas personas del grupo buscan una mano en la que sujetarse y las lágrimas empiezan a brotar. Hay expuesto frente a nosotros tal cantidad de cabello que impresiona, toneladas de cabello judío del que los alemanes pensaban sacar tajada. En otras de las salas vemos apiladas cientos de prótesis… el final de las personas que las llevaban lo podemos imaginar… un escalofrío rápido como un trueno recorre mi columna vertebral. Esta colección es un testimonio de la dimensión del horror que se vivió allí.
En otro de los edificios vemos las oficinas de los mandos nazis, las salas de castigo y en la parte central del edificio encontramos un muro repleto de coronas, era el lugar dónde sucedían los fusilamientos. También visitamos las cámaras de gas y los hornos, cada paso que damos en este lugar corrobora la brutalidad del régimen nazi.
En silencio, en shock, con los ojos vidriosos y muy apesadumbrados nos dirigimos de nuevo al autobús que nos llevará al museo conmemorativo de Auschwitz.
Llegamos a Birkenau, otro de los campos de concentración que formaban parte del complejo Auschwitz. Andamos siguiendo las vías del tren hasta su impresionante entrada. Acaba de salir el sol, pero lo que vemos aquí es todavía más aterrador. Un terreno inmenso atravesado por las vías del tren, rodeado por un bosque y con unos barracones precarios de madera.
Jesús el guía nos cuenta cómo eran transportadas esas personas hasta allí y en qué condiciones, cómo podían estar dentro de los vagones como ganado, sin agua, sin baño, pasando frío o calor, mezclados vivos con muertos… Observamos un vagón original expuesto.
Continuamos andando por el recinto, vemos puestos de vigilancia, alambradas electrificadas… y el monumento La Piedra de los Mártires cuyo objetivo es recordar los homicidios durante la Segunda Guerra Mundial.
Nos explican que los nazis intentaron deshacerse de las pruebas de lo que allí había sucedido, pero que no lo consiguieron, cuando llegó el ejército soviético éstos no daban crédito a lo que veían sus ojos.
Visitamos un barracón original, en sus muros observamos algunas pinturas de los presos, al recorrerlo nos damos cuenta del nivel de hacinamiento y la dureza de las condiciones de vida allí.
Recorremos otros barracones de madera, las letrinas, las cámaras de gas, los crematorios… son terribles los restos de lo que allí se ve…




Antes de dar por finalizada la visita, nuestro guía lee un durísimo y emotivo fragmento de uno de los libros del pensador judío del Holocausto Primo Levi quien estuvo prisionero allí. Logrando lágrimas y una sensación de angustia y desasosiego entre los presentes.
Durante la visita hemos recorrido los 5km del Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, del total de los 42km2 con lo que contaba el complejo Auschwitz. Este dato nos hace ser conscientes del volumen de la barbarie.
Se calcula que entre 1940 y 1945 pasaron por Auschwitz 1,3 millones de personas, entre ellas, judíos, gitanos, mujeres, niños, otras minorías, civiles, soldados soviéticos y polacos capturados en combate… de estos 1,3 millones de personas 1,1 millones murieron allí, debido al trabajo inhumano, a las enfermedades, a los experimentos médicos, a los fusilamientos, los suicidios, el hambre o a la cámara de gas.
No en vano el nombre de Auschwitz ha pasado a la historia como un sinónimo de la atrocidad y la depravación máxima, siendo una perfeccionada fábrica de la muerte.
Nos marchamos de nuevo a Cracovia, durante el viaje nadie habla, nadie dice nada, estamos todos impactados por lo que hemos visto. Llegamos a la ciudad, ese día no nos apetece comer y tampoco hacer más visitas, nos vamos a nuestro apartamento a descansar y digerir todo lo que hemos visto.



¿Porqué visitar Auschwitz? Razones por las que ir
Es normal que pienses si quieres o no visitar un lugar como Auschwitz, porque es un lugar difícil de visitar. Pero aquí te dejo algunas razones por las que creo que deberías hacer la visita.
- Es un lugar fundamental para entender la historia y reflexionar sobre el pasado. Aquí aprenderás sobre uno de los capítulos más oscuros de la historia humana.
- Recordar para no repetir. Es esencial la visita para tomar conciencia y comprender lo que sucedió durante el Holocausto para que no se repita.
- Auschwitz es un lugar de memoria y al visitarlo estás rindiendo homenaje a las víctimas, a las millones de personas que sufrieron y perdieron la vida allí. Es un acto de respeto y reconocimiento hacia quienes vivieron esa tragedia.
- Educar a futuras generaciones. Visitar Auschwitz no solo es significativo para nosotros, sino también para las futuras generaciones. Ya que al compartir lo aprendido con otros contribuimos a mantener viva la memoria de lo que ocurrió y a educar sobre los peligros del extremismo.
- Al realizar estas visitas guiadas informativas estas aprendiendo de primera mano con expertos que comparten contigo relatos impactantes y detalles históricos que enriquecen tu comprensión del lugar y que te ayudan a captar la gravedad del lugar que estás visitando.
- Es una oportunidad para apreciar la diversidad cultural perdida.
- Auschwitz está ubicado cerca de Cracovia. Es sencillo organizar una excursión desde la ciudad y aprovechar para explorar otros aspectos culturales de Polonia.
- La visita también es una experiencia cultural, te permite conocer más sobre la cultura judía y la polaca antes del Holocausto, así como entender el impacto que todo aquello ha tenido en la sociedad actual.
- Es una oportunidad para dialogar. La visita puede abrir conversaciones importantes sobre los derechos humanos, la tolerancia y el deber de recordar nuestra historia colectiva. Es un espacio propicio para dialogar sobre temas relevantes de la sociedad actual.
- Es más que una excursión, es una experiencia profunda que te invita a aprender, reflexionar, conocer y recordar.
- Esta visita será significativa en tu vida y en tu camino hacia una mayor comprensión del pasado.
¿Porqué visitar Auschwitz? Razones por las que no ir
Aunque Auschwitz es un lugar de gran importancia histórica, es normal que te plantees si visitarlo o no. Yo te animaría a reflexionar sobre esto y a decidir si deseas realmente realizar la visita. Aquí te dejo algunos motivos por los que no visitar Auschwitz.

- Vas a sufrir un gran impacto emocional. Es un lugar complicado de visitar, ya que tiene una carga emocional intensa, te puede afectar mucho lo que allí vas a ver. Es una experiencia profundamente conmovedora y dolorosa. Para muchos, enfrentarse a la realidad del sufrimiento humano y las atrocidades cometidas allí puede resultar abrumador. A veces, es mejor proteger nuestra salud emocional.
- Al recorrerlo puedes llegar a pensar o sentir que estás faltando el respeto a la memoria del lugar. Algunas personas sienten que recorrer un sitio tan cargado de tragedia puede ser inapropiado o irrespetuoso. La idea de «hacer turismo» en un lugar donde tantas vidas fueron destruidas puede generar incomodidad y cuestionamientos sobre la ética de la visita.
- Expectativas erróneas. Es fácil llegar a Auschwitz con expectativas de una experiencia más interactiva o entretenida. Sin embargo, el propósito del lugar es reflexionar y aprender sobre el Holocausto, lo que puede no ser lo que algunos buscan en una visita.
- Para quienes no están familiarizados con los eventos del Holocausto, la visita puede ser confusa o abrumadora. Además sin un conocimiento previo adecuado, puede resultar difícil captar la magnitud de lo sucedido allí y tener dificultades para comprender la historia.
- El turismo masivo en Auschwitz genera preocupaciones sobre cómo esto afecta la solemnidad del sitio. Un elevado volumen de gente puede dificultar la reflexión personal y el respeto que merece un lugar tan significativo.
No es necesario visitar físicamente el lugar para aprender o darte cuenta de lo ocurrido allí. Para aquellos interesados en aprender sobre el Holocausto, hay diversas formas de hacerlo sin necesidad de hacer un recorrido po Auschwitz. Documentales, libros, películas y conferencias pueden ofrecer una comprensión profunda sin estar físicamente en el lugar. - Algunas personas pueden tener dificultades físicas que les impidan recorrer adecuadamente el sitio. El recorrido implica caminar bastante y no es accesible para todos.
- Hay personas que pueden sentir que no tienen una conexión directa con estos eventos históricos o que su presencia podría no ser adecuada en un lugar tan significativo. Es lo que llamamos sensibilidad cultural y es totalmente válido sentir que no se está preparado para una visita así.
Reflexiones sobre mi visita a Auschwitz
Yo visité este complejo durante mis vacaciones en Cracovia y todavía estoy recuperándome del gran impacto que la visita dejó en mí.
Auschwitz sigue siendo, a día de hoy, el lugar donde se perpetró el mayor asesinato en masa de la historia. Y ahora que los últimos supervivientes y verdugos están desapareciendo, difundir su legado es más importante que nunca. Pero también lo es cuidar de nosotros mismos y de nuestra salud emocional.
Así pues, aunque Auschwitz es un lugar crucial para recordar el pasado y honrar a las víctimas, hay razones legítimas por las cuales muchas personas optan por no visitarlo. Lo importante es respetar cada decisión y entender que cada uno tiene su propio camino para abordar este tema tan sensible.
Así que tú decides, elige con conciencia y tanto si te atreves a ir como si no estará bien.
¿Has estado alguna vez en Auschwitz o en un lugar similar?
¿Cuéntame cómo te has sentido? ¿Irías o no visitarías un lugar como éste?
Cuéntame te leo…